Discurso de Rendición de cuentas del Primer año al frente del Ministerio de Coordinación de Política Económica

Katiuska King Mantilla

En primer lugar quiero empezar extendiéndoles un fuerte abrazo de bienvenida a todos y todas las presentes:

Bienvenidos compañeros y compañeras autoridades tanto de nuestro Consejo de Política Económica como quienes nos acompañan de otras entidades de gobierno.

Un saludo fraterno a los funcionarios y funcionarias públicas que están con nosotros el día de hoy y que en su diario trabajo hacen que la política económica sea una realidad. Bienvenidos compañeros y compañeras y siempre gracias por su esfuerzo y dedicación.

Y por supuesto, una cordial bienvenida a todos ustedes, ciudadanas y ciudadanos, nuestros mandantes, la política económica, sus resultados y sus perspectivas son de ustedes y para ustedes. Nuestras acciones y trabajo son para ustedes. Esperamos seguir cumpliendo a cabalidad con su mandato y construyendo la Patria del Buen Vivir. Bienvenidos compañeros.

Estamos reunidos el día de hoy para cumplir con nuestra obligación constitucional de rendir cuentas ante la ciudadanía, ante nuestro país intercultural. Esta es nuestra obligación ante los 14’ 306. 876 habitantes de nuestra patria. Sí, hoy en día hemos crecido, somos más de 14 millones, pero también hemos crecido en valores, en justicia, en soberanía. Y lo mismo ha sucedido con nuestra economía. Hemos avanzado y sorteado los efectos de una crisis económica mundial, sin cometer los errores del pasado, precautelando el empleo y la importantísima inversión social, con la frente en alto y con resultados palpables.

Pero claro, todavía tenemos mucho por hacer. Los retos para la política económica continúan, las resistencias propias de quienes quieren que el Ecuador vuelva al pasado siguen presentes y por consiguiente, es mucho lo que tenemos por hacer.

Como les comentaba, en el año 2008, se desató una nueva crisis del capitalismo mundial y tuvimos que lidear con sus efectos los años subsecuentes. El propio Fondo Monetario Internacional aceptó que la economía mundial se enfrentaba a la peor recesión desde la Gran Depresión de los años 30. El PIB mundial de 2009 cayó 0,6% y el de las economías avanzadas, 3,2%. El comercio mundial se contrajo 11% y hubo una subida generalizada del desempleo en la mayoría de países desarrollados.

Esta última crisis mundial tiene que entenderse, queridos amigos y amigas presentes, como un tema que va más allá de lo financiero. Esta fue una crisis sistémica, es decir que comprometió las estructuras del régimen de acumulación capitalista más allá de lo estrictamente económico. La crisis comprendió las dimensiones social, humana, ecológica, cultural del modelo de acumulación.

Es por ello que la crisis se explica por los propios fundamentos del capitalismo. Incluso en épocas de aparente auge, el modelo que nos han impuesto desde las economías desarrolladas siempre mostró síntomas de que algo no estaba bien.

Piensen por ejemplo en la creciente injusticia social, el aumento de la pobreza y la inequidad en tantos rincones del planeta, la depredación ambiental, la evidente concentración del poder económico en manos de unos pocos, y una mayor hegemonía del capital en detrimento del ser humano. Estos han sido los principales indicadores de que algo no está funcionando bien a nivel mundial y que el tema es estructural y no casual.

Ahora bien, tampoco se puede dejar de entender la crisis y el escenario económico actual sin darnos cuenta de la transición geopolítica que está en marcha. Estamos caminando hacia un mundo multipolar con una fuerte presencia de economías como la China, que en el 2016 superará a la estadounidense y el resto de los denominados BRICs.

Solo para mostrar lo que les he venido mencionando, tengamos presente que China afrontó la crisis de manera distinta a los recetarios de los tradicionales países ricos (del centro). A comienzos de 2009 China estableció un programa de estímulos masivos por alrededor de 580.000 millones de USD y equivalentes al 13% de su PIB de 2008. Esto efectivamente restableció el crecimiento chino y sacó de la recesión a varias economías vecinas desde Singapur hasta Corea del Sur. Ya en 2010, la producción industrial asiática  recuperó su tendencia histórica.

La reconfiguración de la escena internacional con una fuerte presencia de los BRIC (Brasil, Rusia, India y China), también muestra el surgimiento de potencias medias emergentes como Corea del Sur, Turquía o Sudáfrica. Para América Latina, y para nuestro país, el surgimiento o resurgimiento de estos actores significa una oportunidad notable. Más aún si consideramos la coyuntura de precios favorables que tenemos a nivel mundial. Hay que pensar en la diversificación de mercados, productos, y lo que es más importante, productores y exportadores.

Si nos insertamos inteligentemente en este nuevo escenario mundial, pero sin romper con la concentración del poder económico en nuestro país, no habremos hecho nada.

Como Gobierno Nacional, y haciendo eco del mandato de la mayoría de los ecuatorianos y ecuatorianas, creemos que el actual sistema no puede perpetuarse. No es sostenible ni económica, ni socialmente, y además está provocando una crisis ambiental de dimensiones planetarias.

Es por ello que nuestro modelo de desarrollo está enfocado en ponerle fin al viejo régimen de acumulación sin olvidarnos que tenemos que lidiar estratégicamente con el mundo globalizado en el que estamos insertos.

Ahora bien, en materia de política económica, y en función del mandato del pueblo ecuatoriano, nuestro objetivo es claro: debemos construir un sistema económico social y solidario estable, en el que exista una relación  equilibrada entre la Sociedad, el Estado y el Mercado, y en el que se generen las condiciones para aumentar y diversificar nuestra producción, generando adecuados y sostenibles niveles de empleo. Como ecuatorianos y ecuatorianas hemos optado por un nuevo camino, por un desarrollo que privilegie a las personas, por el camino de lo que denominamos Buen Vivir.
En base a estos objetivos y en función del mandato popular, la Constitución y el Plan Nacional para el Buen Vivir, hemos direccionado el trabajo de este año de gestión al frente del Ministerio de Coordinación de la Política Económica al igual que el trabajo coordinado de las diferentes entidades que conforman el Consejo Sectorial a nuestro cargo. Con este horizonte hemos dirigido nuestros esfuerzos en analizar adecuadamente la situación económica del país y en el diseño y puesta en marcha de políticas para garantizar una gestión propicia del desarrollo nacional.
Como les mencioné en un inicio, es mucho lo que aún queda por hacer en materia de política económica. Sin embargo es importante, y una obligación, partir de los resultados que hemos tenido para proyectarnos hacia el futuro.
Durante el año 2010, la economía ecuatoriana creció en un 3,6%, valor cercano al proyectado. Superamos la lenta expansión observada un año antes, la que estuvo marcada por la crisis económica a la que me referí anteriormente. Las actividades económicas no petroleras, las que generan más empleo, fueron las que promovieron esa expansión.
La inversión, o lo que los economistas conocemos como, formación bruta de capital fijo, aumentó en 10,2%, el consumo de los hogares en 7,7% y aumentaron también las exportaciones en un 2,3%. Claro está, que un análisis crítico no debe dejar de lado los aspectos que todavía se deben fortalecer. Es así que nuestra fuerte recuperación fue limitada por la alta demanda de bienes importados, los que aumentaron en 16,3%, es decir, una buena parte de la oferta total de bienes y servicios se originó en el exterior. Este es un aspecto en el que todavía debemos trabajar.
En este punto, la evolución del tipo de cambio real fue uno de los principales limitantes pues las exportaciones no petroleras no tuvieron un desempeño favorable en volúmenes, pero se beneficiaron de precios más altos.
Como contrapartida, dado que el valor del dólar favoreció a las importaciones, entonces se observó un aumento muy importante de ellas, el que se ha convertido en uno de los problemas en el marco de los pocos instrumentos con los que cuenta la política económica.
Pensar el crecimiento económico no tiene sentido si no nos enfocamos en un indicador fundamental: el empleo.  La expansión económica implicó la creación de nuevos empleos y en el mejoramiento de las condiciones de trabajo. La tasa de desempleo en el área urbana se redujo en 1,8 puntos y se situó en 6,1% el año pasado. La ocupación adecuada tuvo un aumento significativo de 6,8 puntos porcentuales, con lo que incluyó al 45,6% de la PEA. De esta forma se aplacó uno de los efectos más negativos que trajo la crisis en 2009. Sin embargo, falta fortalecer nuestras políticas ya que en algunos sectores rurales, la desocupación no pudo combatirse a los niveles que hubiésemos querido.
Otro tema clave es la inflación. La tasa de inflación anual se ubicó en 3,3% en diciembre de 2010, desacelerándose en aproximadamente un punto porcentual en comparación con lo que pasó hace dos años. Este cambio sumado al incremento del salario mínimo promedio en un 10% hizo que la cobertura de la canasta básica aumente en 5,3 puntos porcentuales y sea del 82,2%, esfuerzos claros para que los ecuatorianos no pierdan poder adquisitivo.
Hablemos brevemente del sistema financiero. Con el propósito de impulsar la reactivación económica y teniendo en cuenta la heterogeneidad del sistema, no se modificaron las tasas de interés. Esto permitió que las entidades del sistema financiero, que habían reducido fuertemente sus transacciones en el año de crisis, liberen la colocación de créditos, a fin de que las empresas puedan financiar sus actividades con normalidad.
Es así que la rentabilidad sobre el activo del sistema bancario pasó del  1,24% en 2009 al 1,27% en 2010, como efecto directo de la expansión económica, el aumento de los volúmenes de crédito y el mantenimiento de los niveles de las tasas de interés. En las cooperativas, actores fundamentales de la transformación económica, la rentabilidad pasó del 1,44% al 1,43%.
Sin embargo, un efecto no deseado de la política financiera consistió en que por la mejora en los ingresos de la población y en la oferta de crédito de parte de la banca pública, el IESS y las entidades financieras privadas, la presión de la demanda sobre bienes de origen importado fue muy grande, siendo un factor que ahondó el tradicional déficit de la balanza comercial no petrolera.
Pese a esto, el mantenimiento de los mínimos recursos necesarios como depósitos del sector público y la movilización de los fondos del IESS en la forma de créditos tanto a sus afiliados como al sector público, hicieron que los depósitos en el sistema financiero se recuperen satisfactoriamente.
La política financiera desde el sector público ha cumplido un rol fundamental, a diferencia de lo que se decía en el pasado, en la larga y triste noche neoliberal. Veamos algunas cifras: la demanda del Crédito de Desarrollo Humano, repuntó a partir de diciembre de 2009 y llegó a los 319 millones de dólares en 2010. El crédito total de los bancos públicos: BEDE, BNF, BEV, CFN e IECE creció en 28,6%.
Ahora hablemos un poco sobre el sector fiscal. Este cerró el año 2010 con un déficit equivalente al 2,1% del PIB, es decir, menos del doble de lo que contenía la proforma aprobada por la Asamblea Nacional.
Los ingresos totales se expandieron a una tasa del 28,7% en 2010, en buena parte por la recuperación de los precios del petróleo a nivel internacional y también porque se incorporaron pozos adicionales a la producción de empresa pública y entró en funcionamiento el campo Pañacocha. Los ingresos no petroleros crecieron en 14,3% especialmente por la reducción del impuesto a la renta en 6,5% por efecto de la crisis de 2009.
Los gastos totales, de su lado, aumentaron en 19,8%. Los gastos de capital tuvieron una variación de 13,3% y lograron consolidar la inversión del gobierno central, así como las transferencias a los gobiernos autónomos y descentralizados.
Estos resultados corresponden a una serie de políticas llevadas a cabo por parte del Gobierno Nacional. Me permitiré ahora dar cuenta de los esfuerzos que fueron competencia del Ministerio Coordinador y de las distintas entidades coordinadas:
En primer lugar, hicimos una fuerte apuesta a fortalecer a nuestro Consejo Sectorial como el espacio para discutir los aspectos clave de la política económica. Es así que definimos mecanismos de trabajo y reglamentos de funcionamiento que han permitido un trabajo sostenido y sumamente fructífero. Hoy en día, en el espacio del Consejo se discuten los lineamientos de política, los proyectos estratégicos y las propuestas normativas del sector de manera conjunta con nuestras instituciones coordinadas. Además, ante el Consejo se presenta el monitoreo de la ejecución presupuestaria de los proyectos de inversión de nuestras instituciones y se encuentran las respectivas respuestas a los problemas que ahí se detectan.
Desde el Consejo Sectorial y en coordinación con la SENPLADES, hemos planteado un nuevo modelo institucional para el sector económico que esté acorde a las nuevas disposiciones constitucionales. En esta nueva institucionalidad, se han definido las respectivas responsabilidades para los miembros del Consejo de acuerdo a su ámbito de acción. Así mismo, se estableció claramente las funciones de regulación en el ejecutivo y las de control en el de participación ciudadana y control social. Estos cambios se instrumentarán en nuevos marcos legales. Entre ellos tenemos a las nuevas Leyes de Mercado de Valores, de la Banca Pública y del Sistema Financiero y Monetario.
El primero de estos cuerpos legales, la Ley de Mercado de Valores, ha sido ampliamente socializada y está lista para su tratamiento en la Asamblea Nacional. Con este nuevo marco normativo, se democratizará el Mercado de Valores, de manera que sea un espacio de financiamiento para empresas de todo tamaño, alternativo al mercado financiero y con lo cual romperemos algunos intereses, incluso personales, que no han permitido que este se desarrolle. Desde la perspectiva de los inversionistas, la nueva ley generará mejores y mayores garantías para estos actores y les dará más mecanismos de participación.
Por otra parte, le hemos puesto un gran esfuerzo a consolidar la Banca Pública de nuestro país como un eje para lograr la  democratización y la equidad del acceso al financiamiento crediticio sobre todo para aquellos segmentos que no son considerados por la banca privada y en las zonas tradicionalmente apartadas de los circuitos financieros.
En 2010 la Banca Pública contó con recursos de la Reserva Internacional de Libre Disponibilidad (RILD), lo que permitió incrementar significativamente sus colocaciones, especialmente en crédito productivo para los quintiles de ingresos bajos.
El nivel de colocación de la Banca Pública creció en un 38% pasando de USD 1.382 millones a USD 1.910 millones de 2009 a 2010.
Además hay que recalcar que el BEDE contribuyó a la dinamización productiva del país con 496 millones colocados para mejorar sustancialmente la infraestructura básica del país.
Hemos dado los primeros y muy importantes pasos hacia transformar nuestra Banca Pública en una Banca de Desarrollo Integrada. Es así que las diferentes instituciones trabajaran interconectadas y de manera interoperativa lo que permitirá optimizar las capacidades de la infraestructura instalada para brindar de manera óptima y amplia los servicios de información y atención a más clientes.
Esta misma semana acabamos de presenciar un hito en lo que respecta al trabajo de la Banca de Desarrollo Integrada: el BNF y el Banco del Pacífico han entablado una alianza de manera que tanto a clientes como no clientes de ambas entidades, podrán realizar pagos de servicios públicos y privados en las 149 sucursales del BNF a nivel nacional. Podrán pagar sus impuestos y servicios públicos como agua, luz, teléfono, etc. bajo el mismo esquema que tiene incorporado el Banco del Pacífico, a través de los denominados Puntomáticos.
Ese es el nuevo momento de nuestra Banca de Desarrollo: ágil, al servicio de la ciudadanía y nunca más instrumentos de clientelismo y beneficio para unos pocos. El trabajo es y seguirá siendo duro, lleno de retos. Las resistencias, incluso internas son muy fuertes, pero estamos seguros de estar en la dirección correcta.
El Ministerio de Coordinación y nuestras instituciones coordinadas de la Banca Pública hemos participado activamente en los procesos de ruptura más importantes que ha planteado e iniciado la Revolución Ciudadana. Es así que, en el marco del Plan Tierras, el Ministerio participó en el diseño del esquema financiero para la repartición de predios rústicos que les fueron incautados a los banqueros que quebraron en el año 1999.
La democratización del factor de producción tierra es tan fundamental y lamentablemente, en las reformas agrarias que vivió el país, nunca pudo hacerse de manera adecuada. Ahora, se ha dado los primeros pasos para que sean los campesinos quienes sean propietarios de la tierra. Este es el nuevo momento que vivimos en el Ecuador, queridos asistentes.
Nuestra participación en el Plan Tierras permitió el diseño de un mecanismo adecuado para generar acceso a tierras y recursos para producirla mientras que se cumple también con las labores de recuperación de las deudas de la banca cerrada, tareas que han tenido retraso y desidia. El esquema financiero comprende la entrega de créditos del BNF a Asociaciones Campesinas para adquisición de tierras, maquinaria y desarrollo productivo. El primer predio entregado en estos términos fue la hacienda «La Paquita» en la provincia del Guayas, que se encontraba administrada por el Fideicomiso AGD-CFN «NO más Impunidad» y que actualmente está en posesión de una asociación campesina de 103 pobladores de la zona.
El Ministerio de Coordinación también ha realizado un gran esfuerzo en la generación de informes, publicaciones y estudios asumiendo las funciones que antes estaban en el Banco Central del Ecuador, para la toma de decisiones de política económica oportuna y sustentada en un análisis riguroso de las repercusiones de dichas políticas.
Entre otros aspectos que hemos trabajado desde el Ministerio de Coordinación podemos destacar nuestra participación en el Comité de Deuda, espacio en el cual se han discutido y aprobado mecanismos de financiamiento externo e interno con los que se han desarrollado proyectos de infraestructura, agua potable, energía eléctrica y programas de salud en beneficio de la población ecuatoriana por un monto aproximado de dos mil millones de dólares. Esta labor ha estado enmarcada en un estricto apego a los principios de sostenibilidad fiscal y eficiencia de la deuda pública.
Hemos preparado para ustedes, queridos asistentes, un documento que recoge el fruto de nuestra labor en este año de gestión. De esta manera queremos hacerles llegar mayor información sobre lo que he podido expresar esta mañana, y, por supuesto, presentar el detalle de nuestras acciones de manera que las limitaciones de tiempo no nos impidan cumplir con el deber de informar y rendir cuentas a nuestros mandantes. Aprovecharemos, además, las Tecnologías de la Información y Comunicación para poder hacer llegar este informe de rendición de cuentas a muchas más personas.
Les había expresado en el transcurso de esta intervención que, si bien hemos dado pasos muy importantes, hay mucho por hacer e intereses por vencer. Existen políticas que debemos fortalecer y otras que se deben concertar. Debemos afinar las estrategias para alcanzar nuestra gran meta: un sistema económico y una sociedad del Buen Vivir. Para ello, también es fundamental  considerar los retos y oportunidades que plantea el escenario mundial.
Desde esta reflexión y partiendo del trabajo riguroso realizado por parte de esta Cartera de Estado, hablé en semanas anteriores sobre la necesidad de acelerar el proceso de diversificación de mercados e igualmente aprovechar  la importancia de la coyuntura de precios favorable en el mercado mundial, en el marco de la eventual no renovación de las ATPDEA. Lamentablemente nuestra obligación de cuantificar adecuadamente el impacto de este hecho ha sido posicionado por ciertos medios de comunicación como una minimización o una desestimación de la importancia del mercado estadounidense. Insisto, es fundamental determinar adecuadamente el potencial impacto como punto de partida para establecer los mejores mecanismos para abordar el problema, sin generar alarmas de magnitudes que no corresponden a la realidad; sin que esto quiera decir que el Gobierno no va a apoyar la generación de empleo.
Sin embargo no puedo dejar de recalcar que hay que cuantificar adecuadamente los hechos y tener una política comercial activa y consciente del sistema mundo actual y que no genere impactos negativos para nuestra economía y teniendo en perspectiva romper con las prácticas rentistas del modelo económico del pasado. Hay que decirle no a ese viejo modelo y ponerle nuestros esfuerzos en el cambio de época que el país requiere.
Es mi obligación como Ministra Coordinadora el velar por el desempeño de la macroeconomía del país y hablar abiertamente de los temas que son de interés nacional.
Habiendo hecho este necesario paréntesis, quiero finalizar mi intervención expresando que la política económica tiene todavía muchos retos y seguirá teniendo resistencias en el camino hacia transformar el modelo económico del pasado. Debemos continuar abordando y superando los desequilibrios coyunturales emanados de la persistencia de algunos efectos de la crisis económica y financiera. Por esto, y desde una lectura estructural, requerimos una Nueva Agenda de Política Económica y estamos trabajando en ello.
Debemos potenciar y afinar ciertas políticas y programas para consolidar un manejo económico que privilegie la producción nacional; y, en el largo plazo, superar completamente el modelo económico heredado del neoliberalismo y profundizar el proceso de constitución de un sistema económico social y solidario, definido en la Constitución, en el que los seres humanos son el fin de la política.

Muchas gracias.

Abril 2011 en la Plaza del Teatro